Estamos
en verano
con
el color y el calor
que
se manifiestan en cada minuto.
Esa
luz que alumbra a todos y a todo.
¿Es
verano en nuestra vida?
¿O
nos sentimos que nos preparamos para el otoño?
¿Vivir
sin apreciar el albor cada jornada?
¿Y
sentir el ocaso de lo que puede ser y será?
No
es verano para mí.
Mi
momento no esta
en
la intensidad de la primavera
donde
todo fluye en cascadas
de
borbotones de color
Ni
mi tiempo es el verano
ni
me fundo en su calor y en su luz
en
donde los transeúntes descansan
y
viven en el reflejo del sol.
Habitan
y son Peregrinos de la luz
por
qué están es su verano
viven
del sol y por el color
de
casi primavera, pero que no son.
No
me siento cómoda
con
el estío, ni con claridad.
Los
destellos de la luz hacen que las cosas
se
manifestarse como se quieren ver.
Y
nada es, como lo vemos
Depende
de como lo miremos
Si
es con la intensidad de nuestras emociones
o
con las lentes del tiempo
Nada
es verdad, en definitiva nada es real
Y
la nada es casi todo
Pero
vemos.
Por
qué podemos ver.
Percibimos
que cada minuto,
de
cada jornada,
los
días son más efímeros.
La
noche destaca poco a poco
dentro
de nuestra existencia.
Como
esa puerta cerrada
que
la naturaleza tiene que abrir,
que
nadie sabe que es, pero esta .
Y
la conocemos
Y
la observamos
Y
volvemos la vista atrás
a
nuestra vida.
Con
ese suspiro que no es dolencia
solo
un estremecimiento del alma.
Como
un sueño, que no es un sueño
por
qué no despiertas.
Y
nadie regresó jamás
Solo
Espero el candor de los ocres
la
suave brisa que acaricia
las
hojas y bailas con ellas
amontonarlas
en una cama
sobre
la acera de nuestros pies.
Los
olores de la mañana en otoño,
el
brillo del sol atravesando
las
hojas de un árbol,
las
líneas que forman las sombras al atardecer,
la
niebla en la mañana,
el
amanecer rosa, que casi es,
pero
no es, el invierno,
Son
algunos de esos miles
de
maravillosos momentos
que
hacen que la vida se celebre en mí.
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