Aparente despertar
hastiada de rocío,
todavía sin café.
Abrazo al sol,
sonrió ladina,
con ese ardor sutil
de caricias que ofrecen
a navegar a puerto,
que abren puertas.
Ese encaje excitante
de Ímpetu fundado
que desarropa sagazmente
las orillas del instinto
fruto del apetito.
Aliento que quema
y saliva que viste
a los ojos dementes
con caderas de fiesta.
Manos que saben
los secretos propios
de pasiones recónditas
y articulan las ansias.
Arrugadas yacen las sabanas
que tentaron al nirvana
con retoños de luna,
preñadas de excesos
de vestigios embelesados
en el abrazo del amor
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