Despierto en el aura de la vida,
mi ser se contempla
sembrando el terreno del amor
como una joya que tengo que pulir
como planta, rosa, león…
El amor no tiene dueño ni espacio.
No viene si no lo tienes,
no nace si no lo cultivas,
rebosa tinieblas, artificios que no son amor.
Busca su verdadera naturaleza y se feliz.
Está cuando se llora, otras, cuando se sonríe
pero como una madre tiene la capacidad de crear,
depende de nuestra cabida de asumir y trasformar
con el interminable calor de la propia existencia.
Pero, cuando lloro y sonrió,
me colmo de su peso.
Sonreír es templanza en mi realidad
dentro de la bóveda de cada día
donde nos vemos todas buscadoras de la verdad.
Una sonrisa, a veces, es una venganza.
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